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vlas en determinadas regiones, selaladamente en las
centrales, la falta de arbolado, que va convirtiendo
en fea calviceie todo el suelo espanol (61).
excesivas, la mayor parte de las mesetas centrales sölo ’alcan-
za cifras inferiores a 500 milimetros, siendo todavia menor
la cifra media en las regiones levantinas y en la vertiente
meridional. Resulta, pues, que hay una extraordinaria varie-
dad de climas hidrolögicos en las diferentes regiones de Es-
pafa; pero, en general puede afırmarse con un sabio hidr6-
logo, que en nuestro suelo «llueve por regla general, tanto o
mäs que en otros paises de Europa que no tienen fama de se-
cos; y que, si no se perdiera la mayor parte del agua de llu-
via, sobraria con la que cae para cultivar de regadio la ma-
yor parte del territorio espafiol».
(61) Esta falta se va haciendo cada vez mäs sensible en
toda Espafia. La tala de los montes y la invencible resisten-
cia de los labradores a la repoblaciön del arbolado, van de-
jando la tierra monda y tan castigada por las sequias como
por las inundaciones; pues sabido es que la vegetaciön fo-
restal no sölo hermosea y vivifica un paisaje, sino que tam-
bien regula y normaliza sus aguas y sus vientos. Por eso, ya
que no basta la acciön del Estado para impedir o remediar la
calvicie que afea gran parte del suelo espafiol, debieran fun-
darse en nuestro pais, siguiendo el ejemplo de otros, asocia-
ciones cuyos miembros se obligan a plantar cada afo cier-
to nümero de ärboles; pues entienden que, como ha dicho el
poeta norteamericano Wither en su himno al Arbor-Day
(Fiesta del arbol), el mejor de los hombres es el que hace
brotar una flor o el que planta un ärbol nuevo. Esta hermosa
Fiesta del Arbol ha comenzado a celebrarse en Madrid el dia
26 de Marzo de 1895, asistiendo a ella el rey D. Alfonso X1I1
y todos los nifios de las escuelas püblicas, cada uno de los
cuales plant6 un arbolito en las afueras de la capital. Por
decreto de 12 de Marzo de 1904 se ha dado caräcter oficial
a la Fiesta del Arbol, reglamentando su celebraciön para for-
mar alamedas en los pueblos y plantaciones lineales a lo lar-
go de los caminos y de los cursos de agua: para auxiliar a los
pueblos en la realizaciön de tan ütil idea se consigna en el
Presupuesto de Agricultura una cantidad respetable. ; Loor,
pues, a los que trabajan por fertilizar y embellecer Ia tie-
rra! Ya Cicerön habia expresado iguales sentimientos cuan-
do dijo: «La caida de un ärbol hace temblar la tierra»; y el
Consejo Nacional de cultivos de Bohemia dice en su Decälo-
go forestal: «Cada ärbol, cada monte y cada bosque, son otros
tantos eslabones entre el suelo y la atmösfera, sin cuya eva-
poraciön la tierra mäs fertil se convertirä en un desierton
