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la distancia a que nos hallamos del canal de Suez,
donde estä el ceruce del comercio de Oriente con el de
Europa (104).
2. Entre las condieiones que el comercio requie-
re para su desenvolvimiento, Son €stas las mäs nece-
sarlas: facılidad y multiplieidad en las comunicacio-
nes; rapidez y baratura en los transportes. Por con-
siguiente, los pueblos que no renunecien por completo
a la vida mercantil, deben poseer una tupida red iti-
neraria que eruce su suelo en todas direcciones y los
ponga en relaciön con los paises limitrofes y con los
ultramarinos, si aquellos disponen de algün litoral;
y como Espana se encuentra en este caso, sus comun|i-
caciones se dividen en terrestres y maritimas.
Nuestras vias terrestres forman dos redes, la de
carreteras y la de ferrocarriles. Respecto de la pri-
mera, no puede negarse que es muy deficiente, lo cual
se explica por el accidentado relieve de nuestro suelo,
que hace muy diffcil y costosa la construcciön de ca-
minos. Sin embargo, los romanos, que disponian de
grandes recursos para sus obras püblicas, nos dejaron
una espesa red itinerarla. Nuestras carreteras se di-
viden en generales o nacionales y provinciales, segün
corran a cargo del Estado o de las provincias; y las
que llegan a las fronteras de las naciones limitrofes
de la nuestra, se laman internacionales. Las vias que
relacionan los pueblos no comunicados ‚entre si por
carreteras generales ni provinclales, se llaman cami-
nos vecinales: y 6stos son hoy los que hacen mäs falta
(104) Tambiön dificulta grandemente el tränsito de
nuestras mercancias por el exterior la circunstancia de ser
mayor la anchura de nuestras vias f&rreas con respecto a las
de Francia y demäs naciones europeas: la anchura de las
nuestras es de 1 metro 67 centimetros, mientras que la de los
demäs Estados sölo es de 1’46; lo cual hace necesarios los
transbordos en nuestra frontera, con perdida de tiempo y de
dinero.